Nuestro Carisma y Espiritualidad

Los Misioneros Consagrados del Santísimo Salvador somos una comunidad religiosa que vive un carisma contemplativo-misionero. Somos contemplativos porque dedicamos una parte considerable de nuestro tiempo a la vida de oración, trabajo conventual, estudio y lectura de aquellas materias que nutren el espíritu y nos capacitan para responder lo mejor posible a los retos apostólicos contemporáneos. Y somos misioneros porque tenemos la encomienda de ir a los más pobres y abandonados para regalares y transmitirles la sabiduría y el amor que Dios nos regala en la contemplación; esto lo hacemos mediante la predicación de las santas misiones populares y mediante las demás formas de apostolado que realizamos allí donde Dios nos ha puesto para servir. Esto se encuentra bien definido en nuestras Constituciones y Estatutos con las siguientes palabras:

 

«Los Consagrados del Santísimo Salvador son contemplativos misioneros quienes, al abrazar con votos estas Constituciones y Estatutos, se comprometen como familia y como personas individuales, a alcanzar aquella santidad que es la voluntad de Dios para ellos (cfr. 1 Tes 4:3). Entenderán los Consagrados que esta santidad –o perfección en el amor divino– vendrá por medio de la contemplación y la evangelización de los demás, pero en balance vital, sin autocentrismo espiritual y sin activismo, al tenor de la precisa vocación y carisma de esta Asociación. Su contemplación ha de desembocar en evangelización; y su evangelización, para no quedar estéril, ha de brotar de su contemplación. A este fin los Consagrados se dedicarán la mitad del tiempo a la convivencia monástica y la otra mitad a la evangelización extra-conventual (c. 609)».
(Const. I:5, Art. 13)
Además de lo anterior, nuestras Constituciones y Estatutos también definen nuestro carisma mediante la expresión latina Contempláta Aliis Trádere cuando en el capítulo cinco se dice:

 

«Los Consagrados del Santísimo Salvador no han de ser ni activistas disipados que dejan a un lado la oración ni místicos egocéntricos que excluyen el mundo; su vida de contemplación la han de llevar en la misión, haciendo los ajustes que exige su encargo apostólico de gastarse y rendirse regalando a los demás la verdad y el amor que Dios les va regalando a ellos».
(Const. V.2, Art. 165)
Los Misioneros Consagrados del Santísimo Salvador seguimos y vivimos la espiritualidad “Alfonsiana”, por ser hijos espirituales de San Alfonso María de Ligorio, Obispo, Fundador, Doctor de la Iglesia, y Patrono de Moralistas y Confesores. Esta espiritualidad consiste en inflamarse de amor a Jesucristo hasta el punto de llegar a ser viva memoria Suya, y consagrarse como Él a una vida de evangelización y apostolado para llevar la buena nueva de la salvación a los más pobres y abandonados (cfr. Const. I:2, Art. 5). Por esto mismo es que nuestra vida espiritual gira en torno a nuestro Señor Jesucristo, especialmente presente en la Sagrada Eucaristía, y también en torno a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.

 Pero hay una cosa más que es muy importante expresar porque es parte de la esencia de nuestra espiritualidad: la vivencia de las doce virtudes alfonsianas. Estas doce virtudes Dios se las inspiró a San Alfonso por medio de la Beata Sor María Celeste Crostarosa, para que dichas virtudes fueran la columna vertebral de la vida espiritual de la Congregación que él fundó. Los Misioneros Consagrados del Santísimo Salvador tenemos el dulce deber de hacer nuestras estas virtudes y practicarlas siempre, pero enfocándonos cada mes en una de ellas.

Dichas virtudes son las siguientes:

  • Fe
  • Esperanza
  • Amor a Dios
  • Amor al prójimo
  • Abnegación y Amor a la Cruz
  • Pobreza
  • Castidad
  • Obediencia
  • Humildad y Mansedumbre
  • Mortificación y penitencia.
  • Recogimiento
  • Oración